Cara a cara. Finalmente.

"La vida te ha obligado a sentarte frente a ti misma y reflexionar. Aprovecha para mirarte a los ojos sin esconder la mirada tras el cristal y sé capaz de enfrentarte a la desnudez de tu alma. No tengas miedo, saldré de entre las sombras para sostenerte cuando sea necesario, pero no te rindas ante un guijarro. Eres capaz de mover montañas, (ya lo has hecho, no importa que no lo recuerdes). Nunca te
 faltó coraje para gritarle a la vida a la cara, no necesitas un lastre pesando en tu espalda. Sólo tienes que priorizar. El camino se abre cuando menos lo esperas y tus ángeles seguirán tus pasos para velar por ti. Así que no temas; alza la cabeza, no te des por vencida y camina con paso firme. Pero no vuelvas a dejar que tu mirada sea tan triste como la que hoy vi, porque me partes el alma. Sonríe, que ya encontraremos los motivos para hacerlo. Cuenta conmigo. Love u, my friend." (Mencía. Mi fiel amiga desde los 5 años).
   No es fácil mirarse a los ojos. No es fácil decirse las cosas claras a la cara. Continuamente nos escondemos. Continuamente nos ponemos velos, filtros, barreras, excusas, justificaciones... Y llega el momento en el que cae el velo. Se cierra el telón. Se acabó la mentira. Se apagan las luces. Dejas de sentir el calor de los fresnel acariciando tus mejillas. Se vacían las butacas. Y solo quedas tú en la fría oscuridad. Se acabó la ficción. Te miras y solo te queda un triste disfraz que ya no resulta creíble en esta nueva realidad tras el telón. Entonces llega el momento de quitarse ése disfraz, ese maquillaje. Y entonces te cruzas con tu mirada frente al espejo y vuelves a ser tú. Sin un director que te dé las pautas de cómo actuar, de cómo afrontar el nudo que el texto nos plantea. Tú eres tu propio director, tu propia directora. Desconcertante. Da miedo y miras el reloj: ¿cuándo será la próxima función?... Pero ¿y si no hay próxima función?... Sólo queda un vacío. Un vacío que rellenar de una realidad. De LA realidad. Y esa realidad llega precedida de miedo, oscuro telonero, a conocerte, a descubrir cómo eres tras ese personaje que tan cómodamente interpretabas. La función acabó y aparece éste nuevo personaje al que hace tantos años creíste olvidar. Pero siempre estuvo allí. Eres tú. 

   ¿Podré afrontar éste nuevo reto? Miro a mi alrededor y la soledad me hace sentir un vértigo aterrador. Pero de pronto oigo una pequeña voz. Dos. Y me doy cuenta de que hace tiempo que no estoy sola. Una pequeña mano coge la mía y la besa. Dos bracitos abrazan mi cintura con fuerza. Qué bien suenan esos "Te quiero". Y vuelvo a mirar ese espejo, vuelvo a mirar esos ojos, y ya no hay miedo. En el rostro hay una sonrisa. Una sonrisa que me sorprende. Y de pronto me doy cuenta. Esa soy yo. Ese es mi yo de ahora. Y no debe darme miedo, porque no estoy sola. Estoy rodeada de besos y te-quieros. ¿Qué malo puede pasar? De nuevo esa sonrisa frente al espejo. Todo va a salir bien. Lo sé. Y no necesito a nadie que me lo diga. Ya no.

Comentarios

Marta Parés ha dicho que…
Aurora. Aunque el "Te quiero" de cada día sea a distancia. Aunque venga de Alemania (Paderborn), desde el facebook o el Skype (mi hermana está ahí viviendo ahora y la echo tanto de menos). Aunque venga de lejos. Del mar, de la montaña, del norte o del sur. Es un "te quiero" incondicional que llena vacíos. La família llena esos vacíos ;)