Día 26. Hoy no pensaba escribir nada hasta que me he puesto a echar un vistazo rápido a las noticias del día por las redes (algo que me he autocensurado durante el día). Entonces he dado con la gran noticia de que nuestro ministerio de Cultura ha salido al balcón a decirnos que nos vaya bonito. No doy crédito. La situación es lamentable y vergonzante. Se piensa en la cultura como algo que surge de la nada ¿O qué? ¿De forma espontánea? ¿De verdad no necesitan ayuda las personas que cubren esos puestos de trabajo? ¿Cientos de miles de personas de éste país que ya nos enfrentamos de por sí a una profesión inconstante, a una inseguridad laboral y económica de base? ¿La cultura no necesita una ayuda? ¿Miles de personas no necesitarán comer, alimentar a sus familias, ni pagar sus facturas? Es tan peligroso pensar en la cultura como un ente en sí mismo… Porque NO LO ES. La cultura somos miles de personas que trabajamos en una situación mayoritariamente precaria gracias a unas leyes que, de base, no tienen cuenta nuestras circunstancias laborales diferentes. De hecho, pensándolo bien, no sé ni cómo me sorprendo con la decisión tomada. En el resto de las áreas se van tomando medidas, y en la cultura, la medida es ¿que NO HABRÁ MEDIDAS? De verdad, no doy crédito. Entiendo que la cultura no es prioritario (bueno, no lo entiendo tampoco, la verdad). Entiendo perfectamente que la prioridad es la sanidad, porque nosotros también estamos enfermando. Pero, ¡venga ya! Ahora somos ciudadanos de tercera. Nuestro futuro, siempre incierto, ahora ha sido borrado con un carpetazo. Y por lo visto no merecemos alimentar a nuestras familias. ¡Titiriteros, haber estudiado! Ah, no, perdón, si JAMÁS dejamos de formarnos. No será por la pasta que cuesta cada curso, y la necesidad de estar siempre en reciclaje. No será por el poco movimiento económico que genera la cultura en nuestro país. Y muchas veces a costa de nuestras espaldas, porque no será por las generosas ayudas que tenemos… Si encima de burro, apaleado. Y burros todos. Porque un país que no se preocupa por su cultura, es un país de brutos e ignorantes. Recen por el pan, señores, que el circo se nos acaba.
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