Pequeña fábula ecológica y social

Imaginemos un país donde sólo se producen automóviles. Esta sociedad se compone de 80 asalariados y de 20 rentistas. Cada rentista recibe un ingreso doble al del asalariado. Lo dedica a la compra de un 4x4, por cierto el doble más caro para producir y el doble más contaminante que los 80 coches que consumen los 80 asalariados.

Imaginemos ahora que se llega a un acuerdo (tras una huelga general, por ejemplo [NdT]) que reduce el ingreso de los rentistas de manera tal a que ahora sólo pueden comprar coches normales, como los asalariados. Saquemos cuentas.

El Producto Interno Bruto (PIB) valía 120 (puesto que los 4x4 cuentan doble) y ahora baja a cien. Hay pues un "crecimiento negativo" del 20 por ciento. El tiempo de trabajo de los asalariados se ha reducido en la misma proporción sin que su intensidad cambie.

Y puesto que los 4x4 son el doble de contaminantes, las emisiones totales de CO2 se reducen igualmente un 20 por ciento. La única diferencia está en el reparto del ingreso nacional: la parte de los asalariados ha subido del 66,6 por ciento (80 partido por 120) al 80 por ciento (80 partido por 100). En contrapartida, la parte de los rentistas ha bajado.

Esta fábula viene a colación por las reacciones muy hostiles de Angela Merkel a una decisión de la Comisión Europea fijando para 2012 un umbral máximo de emisiones de CO2 para los automóviles. Como Alemania se ha especializado en la producción de automóviles grandes (¿de lujo?) que son más contaminantes, esta medida ha sido considerada como dirigida contra la industria alemana. Esa es la razón por la que esta fábula imagina un mundo improbable donde sólo se producen y consumen coches. Evidentemente, se pueden tomar hipótesis más cercanas a la realidad, pero esto no cambiaría cualitativamente las enseñanzas de la fábula.

Primera enseñanza: Existe una relación muy fuerte entre el reparto de los ingresos y el modo de consumo. Modificando el reparto de los ingresos, se puede llegar incluso a eliminar los consumos perjudiciales. Los 4x4 y otros automóviles grandes son inútiles socialmente y nefastos desde un punto de vista ecológico.

Segunda enseñanza: No se puede hablar de crecimiento "positivo" o "negativo" sin interesarse por le contenido social del PIB. La restricción del ingreso dedicado a la compra de 4x4 lleva al crecimiento negativo. Pero también tendríamos crecimiento negativo si se hubiesen reducido los sueldos a la mitad. Cada asalariado hubiese tenido derecho a medio coche, el PIB se hubiese contraído en una tercera parte pero con un reparto salarial cayendo al 50 por ciento.

Tercera enseñanza: El engranaje de las opciones ecológicas y sociales plantea la cuestión de una democracia verdadera. En nuestro ejemplo debemos comparar, por un lado, la "libertad" de los rentistas de conducir un 4x4 en vez de un auto normal y, por otro, el suplemento de emisión de CO2 que perjudica al conjunto de la población. Como dicen los economistas, hay que "internalizar" el bienestar no-mercantil de una contaminación menor de forma a poderlo comparar a la satisfacción mercantil de los rentistas. Sin embargo, la democracia actual hace casi imposible este tipo de opciones: es extraordinariamente fuerte el control de las clases poderosas sobre el modo de expresión de esta democracia.

Cuarta enseñanza: la supresión de los consumos inútiles no degrada el poder de compra de los asalariados y mejora su bienestar, ya que trabajan menos horas.

Queda la objeción posible a esta fábula: aquí se postula que el consumo de los rentistas es más contaminante que el consumo de los asalariados. Pero aún considerando que el consumo de los rentistas no sea más "ecológicamente incorrecto" que la media, la reducción de este consumo reducirá las emisiones de CO2 y la jornada de trabajo.

Imaginemos una Europa sin 4x4, Mercedes, BMW y autos de ese tipo. Los ricos contaminarán menos conduciendo. Sus frustraciones serán compensadas por un incremento del bienestar social y ecológico: menos CO2 y jornada laboral más corta.

Pero, ¿y el empleo?. Es a este tipo de objeción que se mide la dominación de la lógica mercantil que confunde cifra de negocios con bienestar. Una vez más, si se dejan de producir los bienes y servicios inútiles, el tiempo que se ocupa en su producción se convierte en inútil y puede ser transformado en tiempo libre. Pero claro, ello supone restar en la misma proporción la parte de riquezas que corresponden a esos consumos inútiles.

En definitiva, hay que transformar el modo de satisfacer las necesidades sociales favoreciendo las formas menos contaminantes. Ello supone el desarrollo de la oferta de servicios colectivos (salud, educación, …) que son menos voraces en energía, mediante la reubicación de las actividades para reducir los gastos en transporte, mejorando la calidad de la vivienda y de los espacios sociales. El consumo mercantil es a menudo un mero substituto a la satisfacción de necesidades sociales elementales. La extensión del tiempo libre y la puesta a disposición de equipamientos colectivos es la condición previa a la transformación de los modos de consumo.

Esta concepción que puede llamarse materialista, se opone radicalmente tanto a la denuncia de consumidores carentes de alternativa real como a las soluciones mercantiles ineficaces y socialmente regresivas como la ecotasa.

Este artículo apareció en www.LeGrandSoir.Info con fecha del 27-12-2007. Traducción: Miguel Martín, Attac Madrid.

Michel Husson es economista francés, investigador del IRES y administrador del INSEE. Es miembro de la Fondation Copernic. Ha publicado varios libros.

Michel Husson, Comité científico de Attac Francia

[Gracias a Rodrigo I. por la información]

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