Yo de mayor quiero ser jefe.

Y a mi mente vuelve el anuncio de los noventa, con el niño del traje y zapatos de adulto, poniendo los pies sobre el escritorio vacío...
He querido ser tantas cosas desde pequeña... Solo una se ha cumplido hasta ahora: la de ser madre, y relativamente joven además (que no es moco de pavo hoy por hoy). Otras muchas que he deseado las he olvidado incluso. Creo que quise ser periodista, profesora, cantante... Y me fui a quedar con lo de artista [Suspiro de resignación].
Acabo de ver un vídeo sobre la entrevista de una amiga de la universidad, actriz, a la que no le está yendo nada mal. Me alegra enormemente, porque es una buena amiga, y todo lo bueno que le pase a mis seres queridos, es poco; pero a la vez levanta ciertos fantasmas en mi mente. Podríamos decir que despierta mis frustraciones que día a día lucho por acallar.
Y es que no es fácil haber estudiado tantos años para llevar a cabo tu sueño y vocación, y acabar cogiendo el teléfono en una plataforma donde estamos todos encasillados como gallinas ponedoras y tenemos que levantar la mano para pedir "pipí".
Y ahora acabo de ver la misma oferta de trabajo que me llevó a donde estoy trabajando ahora, parece que buscan más gente. Es curioso como mienten. Pero claro, en los anuncios de búsqueda de trabajo, no hay letras pequeñas, y estas solo aparecen poco a poco cuando ya es tarde: los pluses famosos son tan de broma pesada que te preguntas cómo se atreven a llamar a eso un plus; los dos fines de semana trabajados máximos al mes se convierten en dos librados si eres afortunado; lo de las facilidades para cambiar horarios se le aplica solo a ellos, cuando te dicen el viernes que te quedas sábado y domingo, pero tu tienes que llorar para que te den un día libre que te corresponde, por problemas personales no justificados.... Y eso sin hablar del estado de las sillas, el polvo que se acumula detrás del ordenador, las cucarachas que nos visitan de vez en cuando... Y es que yo alucino: los sindicatos están intentando luchar para que los trabajadores puedan trabajar con una cierta dignidad, a pesar de lo indigno a veces del trabajo (que te tienes que comer una retaíla de insultos varios y encima dar las gracias, en más de una ocasión...); y los señores de los pies sobre el escritorio, prefieren pagar las multas por la falta de higiene, por pasarse los derechos de los trabajadores por el forro, por saltarse normas básicas de seguridad, etc., a llevar a cabo todas estas normas tan básicas que se les exige. Motivo: les sigue saliendo más barato. Tal vez estamos planteando el problema mal, y hay que atacar a la raíz para que los brotes crezcan mejor: exigir que revisen las leyes que regulan los derechos y deberes de los señores empresarios para con sus trabajadores. Pero al fin y al cabo, ¿quién los revisa? ¿otro tipo de empresarios, como son nuestros políticos (marionetas del sistema financiero, es decir, bancos)? Sería tirarse piedras sobre su propio tejado...
Si es que no hay nada mejor como ser jefe. ¿Será muy tarde para cambiar de vocación?

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