Welcome Mr. 2011.

Muchos blogeros están haciendo un recuento del año terminado, y los que no, hacen una exposición de los propósitos del nuevo año. Ayer, en varios canales de televisión, se podían ver documentales contando venturas (pocas) y desventuras (demasiadas) del año que acaba de terminar, y algunos resúmenes de lo que se nos viene encima (o lo que se nos saca de encima - del bolsillo, para más concretar -) en este nuevo año. Y ya me han preguntado varias veces, en solo dos días, cuáles son mis proyectos para este nuevo año. Pues bien: Ninguno. Después de hacer recuento y comparativa con el 1 de Enero del 2010, mi conclusión me lleva a dejarme de gilimemeces y concentrarme en el día a día. Que no es poco.



El año pasado me planteé varios retos (cambio de trabajo, comenzar un proyecto teatral, apuntarme a un gimnasio...) de los cuales no he cumplido ninguno, aunque tal vez haya cumplido otros no planteados (mis clases de teatro, cambio de bus por bici...). Por lo tanto, este año, que sea bienvenido como quiera llegar. Al fin y al cabo siempre me han gustado más los regalos sorpresa que los sobreavisados. Y me lo tomaré al día, en pequeñas dosis. Se acabaron los planes a largo plazo, a corto siempre me salen mejor. Y eso ya es planear, cuando no quería hacerlo...


Y es que, por mucho bombo que le demos a estas fechas, de forma estúpida e ignorante en mi opinión (follow the leader, leader, leader...), no es ni más ni menos que un día más,... y otro... y otro... Y con un gasto absurdamente desmesurado para las familias (cenas, regalos, ropas, peluquerías....) y para la ciudad (servicios extra, alumbrado...). Este año, para la celebración del final de las largas noches y la victoria de la luz sobre la oscuridad, la última noche más larga del año que da paso al consiguiente crecimiento de las horas solares, la fiesta del solsticio de Invierno (que por sus ideales religiosos, mi madre llama Navidad), esa noche que siempre me arreglo tonta y absurdamente, este año he decidido ir en pantalón roído y camiseta. Tan agustito. Y nadie lo ha notado. ¿Y el año nuevo? Lasaña precocinada en casita, en pijama, y con la compañía de mis niñas, que son mi mejor regalo. Y a disfrutar de los fuegos artificiales de los vecinos desde la terraza (con la preocupación de mi hija mayor por que los fuegos no matasen a las estrellas - aunque la pequeña le tranquilizó diciéndole que las nubes las protegen....-). ¿Para qué pedir más?


Y por ellas es, que voy a respetar tan solo una festividad de todas, a pesar de ser meramente consumista: la visita de los Reyes Magos. Me quedo con la parte mágica de la noche. Pero como una recompensa por el año ya pasado. No como un regalo llegado de, ni para ningún dios. Niña ¿has sido buena? - ¿Buena en que sentido, Señor Baltasar? - ¿Eres cívica y educada con aquellos que te rodean? ¿Respetas la libertad del prójimo para que respeten la tuya? - Sí, Señor Baltasar, al menos lo intento día a día. - Muy bien, entonces aquí tienes tu recompensa.


Respetar la libertad del prójimo. Hoy entra en vigor la nueva ley de respeto al prójimo. Porque hemos llegado a un punto en esta sociedad que hace falta crear leyes para que exista ese respeto. Este año comenzamos con la ley antitabaco, y las reacciones son tan dispares, que me dejan pasmada. Evidentemente estoy muy contenta con la nueva ley. Desde que soy mamá, no he podido quedar en una cafetería a tomar una caña o un café con amigos y mis peques, a no ser en verano, gracias a las terracitas. Pero los fumadores están indignados, y por un lado me desconcierta y por otro me enfurece. Dicen que se les está privando de libertad. Pero se han olvidado de la mía. Supongo que será hasta que todos nos acostumbremos. Me pregunto como reaccionarían muchos hombres cuando se estableció la ley que prohibe orinar en la vía pública. Ahora sabemos que es cuestión de higiene y de salud. Supongo que no habría muchas mujeres que se quejaran de ello porque no nos queda otra que usar un servicio, pero más de uno hombre pensaría que le estaban privando de su libertad (a marcar territorio...).

Soy una persona bastante liberal, y las leyes restrictivas me molestan como al que más, pero soy consciente de que se está perdiendo el civismo, estas normas de respeto básico, las leyes no escritas ahora necesitan estar escritas, aprobadas y selladas. La verdad es que me da pena.

Igualmente, hace 4 días entró en vigor otra ley de respecto al prójimo. En este caso al prójimo en bicicleta. Y también al que no está en bicicleta. Ahora los conductores deben respetar por ley al ciclista que se encuentra delante. Adelantarle como corresponde (es decir, con su debido cambio de carril, y sin pitadas ni gestos....) y mantenerse a la distancia debida ( 5 metros, no 5 cm para hacer presión... ). A cambio los ciclistas tienen (tenemos) que respetar también al conductor y a los peatones: respetar las normas y señales de tráfico como cualquier automovil y evitar la circulación por aceras peatonales. Esto último lo veo algo exagerado, pero me parece justo: en todo, en mi opinión, para recibir también hay que dar. Tan solo me van a perdonar que no circule por carretera cuando las peques vayan conmigo. Yo por ahora no he atropellado a ningún peatón (y no será por falta de ganas, porque los ciclistas somos maltratados por conductores y por peatones), y sin embargo yo ya he probado algún parachoques. Pero aceptamos barco. Miraré el lado positivo: si no voy por la acera, no tendré que oir los estúpidos comentarios ofensivos de los viejos y viejas (si, no son ancianos, son viejos amargados mayormente) cuando ven pasar mi bici a 3 metros, como si su vida estuviera en peligro...


Y puesto a poner leyes que apelen al respeto del ciudadano, me encantaría que se considerara endurecer las multas por dejar excrementos de perros en las calles. Al menos eso, ya que no respetan lo de llevarlo de la correa. Porque ¿porqué mis hijas tienen que correr a esconderse detrás de mi cuando un perro se aproxima? Y me da igual que venga a jugar como que no. A mis hijas les da miedo y no tienen porque llevarse el susto, y evidentemente a un animal no se le puede enseñar modales (¡Tobby, no señales, que está muy feo!). Y lo de los excrementos ya me supera. En concreto mi calle es zona minada. Raro es el día que no acabas llevándote una sorpresa a casa, por mucho que intentes evitarlo. Y me parece genial que la gente tenga animales de compañía, me encantan los animales, aunque personalmente me parezca egoista privar a un animal de su libertad para tener un juguete más en casa. Pero tener un animal, como el que tiene un hijo, conlleva responsabilidades. E igual que si no asumes tus responsabilidades como padre con respecto a tu hijo, la ley cae sobre tí, de la misma manera, tendría que considerarse el dueño de un animal.

No creo pedir demasiado. Solo respeto. Y es que, si no nos respetamos entre nosotros, ¿cómo podemos ir por ahí predicando respeto hacia los animales o hacia la naturaleza? Cada vez me da más pena esta sociedad y a veces me sorprendo teniendo cierto sentimiento de repulsión. No sé, será la época. Seguramente no me daría cuenta de que en casa me falta harina hasta que alguien la menciona. Desgraciadamente nadie se da cuenta de que nos falta la tolerancia y el respeto, por mucho que lo digan los anuncios de la tele en estas fechas. Y esos no vale con comprarlos en el super, ni pedírselos a los Reyes Magos. Bueno, pues yo se lo voy a pedir:

Queridos Reyes Magos,

como este año he sido buena, tan solo deseo que me traigáis una cosa: libertad para convivir en armonía con los que me rodean. Seguro que eso me ahorraría más de un dolor de estómago, por lo que os lo agradecería enormemente. Y si no les queda de eso, con carbón me vale.

Atentamente.

Auroryx, la vieja amargada.
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