Atrapada.

Hay tantas cosas que nos mantienen atrapados. Nos ponemos tantísimas trabas, tantos bloqueos absurdos e irreales... Nos atrapan los miedos; miedo a la incertidumbre, miedo a lo desconocido, miedo a repetir fallos, miedo a perder lo que tenemos, miedo a sentirnos incómodos o desubicados, miedo a sentirnos diferentes... Qué difícil resulta vencer ese miedo. Somos capaces de arriesgar nuestra salud, nuestros sueños, nuestra persona amada, nuestra vida , nuestra libertad... Por miedo a perder lo que tenemos, no nos aventuramos a ir a por más (¡Gracias, Refranero español!), nos hacemos conformistas, nos acomodamos en nuestra pequeña miseria, por pequeña que sea o por grande que sea. Nos cuesta quitarnos la venda y asomar la cabeza por el agujero, intentar ver lo que realmente hay fuera, "no vaya a ser" que algo pase por ahí en ese momento y nos la rebane de cuajo. Nos acomodamos en nuestras realidades que no siempre (en escasas ocasiones) nos hacen felices. Nos escondemos tras mil excusas: la situación laboral (Trending Topic), la familia, los amigos, la sociedad... Nos olvidamos que nosotros somos parte esencial y creadora de lo que nos rodea y lo que nos sucede con ese entorno. Nos olvidamos que al no asomar la cabeza, no estamos evitando que nos la corten, sino que estamos perdiéndonos lo que sea que está ahí fuera, algo que tal vez sea maravilloso... Olvidamos la magia de vivir. Hemos convertido la excitación ante un nuevo reto en estrés por lo no planificado. Hemos perdido las ganas de luchar por conseguir algo mejor... ¿De verdad hemos perdido las ganas de luchar? Yo no quiero perderlas. Quiero seguir sintiendo miedo a lo desconocido, quiero seguir sintiendo nervios ante lo inesperado. Quiero mantenerme viva. Viva, porque el miedo es parte de la vida. Pero es triste sentir que mi entorno se mueve a otro ritmo. Podría luchar por lo que quiero, por quien quiero... Pero no se puede luchar solo. No puedo luchar sola. Nos hemos dejado arrastras por este sistema de consumo en el que, cuando algo se deteriora, no se le busca solución: se deshecha. O se ignora. Descartamos lo que nos hace sentir medianamente incómodos. Tal vez un día tuvimos un sueño. Ahora ese sueño es molesto, deja de encajar. Y no hacemos nada por ello. No hay posibilidades de luchar por ese sueño, de intentar recuperarlo. Simplemente se elimina. Ya aparecerá otro. Y dentro de ésta rutina consumista de sentimientos, me siento atrapada. El hecho de que tú renuncies a aquello que un día soñaste, aquello que un día te hizo sentir una energía especial, bloquea mi posibilidad de seguir soñando. Tu desidia me arrastra contigo sin yo querer entrar en el juego. Hubo un tiempo en el que arreglábamos los juguetes rotos. Ahora compramos otro. Hubo un tiempo en que teniendo menos, tuvimos más. No soy materialista, no hablo de dinero. Hablo de tí. Y hablo de mí, atrapada, tras estas verjas que yo no he creado. Y atrapada en éste humo, espero a que despiertes de tu letargo, tiremos la verja abajo, y deje de sentirme así: atrapada por tus miedos, que ahora también son los míos. Ahora compartimos el sentimiento equivocado. Es triste pensar que el antagonista de ésta historia está tan cerca, tan sólo a unos metros. La puedo vislumbrar entre el humo y casi la acaricio con la yema de mis dedos. Olvida tus miedos. La libertad no debería darnos miedo...

Comentarios