Día 16. Ayer me salté el 15. Terminamos muy tarde de darnos una...



Día 16. Ayer me salté el 15. Terminamos muy tarde de darnos una panzada a vídeos del Circo del Sol. Cómo resultado, ahora tengo una hija que quiere ser funambulista. Todo bien. Lo más emocionante de hoy ha sido el momento en el que un abejorro enorme que nos ha venido a visitar. Nos ha tenido en jaque un buen rato, porque dentro de una casa tan pequeña os aseguro que un abejorro parece del tamaño de una albóndiga. Hemos esperado a que se quisiera ir de nuestro pequeño salón para poder retomar nuestra actividad de esperar en el salón a que los días pasen. Por un momento ha sido como tener un poquito de exterior en el interior. Ahora pienso que no lo hemos sabido saborear cómo se merecía. Nos hemos guardado bastante de mantener la distancia de seguridad con él. A una puerta de distancia concretamente. También he estado esperando a que se descargarse toda la tarea escolar que tienen las chicas para poder organizarla. Esperaba que ya estuviera organizada pero no ha sido así. Era mucho esperar. Ellas han esperado a que yo lo tuviera todo en orden para saber cómo van a afrontar la nueva semana. Y mañana tendré que esperar a que ellas vayan haciendo su tarea para mandarle todo a los y las profes. Y últimamente lo de esperar se ha convertido en un verbo activo, porque es lo más activo que podemos hacer. Esperar a que todo pase, esperar a ver los resultados. Y esperar estar haciéndolo lo mejor posible. Espera activa. Lo importante es no esperar sentados. Que el que espera, desespera.
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