Día 19. Ñe. Le estoy cogiendo tirria al número. Y eso que el 2019 me dejó muchos buenos ratos. Me dejó mucha luz. Echo tanto de menos esa luz. La de los focos. El calorcito que se siente en el teatro, y no solo por esos focos. El calor humano. Y eso que en 50 metros cuadrados con tres personas más, tocamos a una buena ración de calor humano, así que no me quejo de falta de ello. Y el sol. Ay el solecito. Soy animal solar. Por eso tuve que dejar Alemania principalmente. En casa nos da el sol de refilón, y solo una hora al día. Echo tanto de menos sentirlo en la piel, y en la cara. Y más me duele por mis chicas. Hoy miraban por la ventana y se lamentaban del buen día que hacía para ir a las canchas de baloncesto. Qué ganas de echar un partido con ellas. La peque siempre usa la técnica de defensa de hacerte reír para que no puedas seguir jugando. Echo de menos eso también. La carcajada tonta. Hemos entrado en una seriedad… Espero que no se quede pegada a la piel. Seguro que con una buena ducha solar se quita. Quiero volver a reírme bajo el sol y bajo los focos. O volver a hacer reír, o llorar, o lo que haga falta. Pero bajo la luz. Mirarla directamente y cerrar los ojos, que es como se disfrutan las cosas buenas de la vida.
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