Día 25. Hace un año de esta foto. Hoy debería haber pasado el...



Día 25. Hace un año de esta foto. Hoy debería haber pasado el día caminando por el monte. Sintiendo el viento en la cara. El viento frío, que es lo que toca por donde sea del norte que habríamos ido a caminar. Sin embargo me he pasado el día delante del ordenador escribiendo. Muy productiva la semana, eso sí. No me quejo, que sé que soy una afortunada. Solo tengo que esperar en casa a que otros y otras se enfrenten a esta situación. No me puedo imaginar lo que debe suponer eso. Y para mí el mayor estrés de estos días es que mis hijas quieran levantarse por la mañana antes de la hora de comer… Soy una afortunada que sabe que hoy seguirá descansando en casa, tendrá que comer y vestir, aunque sea otro pijama (estoy reutilizando hasta los de mi adolescencia, lo que tiene guardar…). Cuando trabajo sentada con el ordenador, lo hago frente a la ventana, y de vez en cuando alzo la vista. No puedo ver más allá del edificio de enfrente, y un poco de cielo si miro hacia arriba. Los árboles y su baile al son del viento me ayudan a evadirme unos segundos antes de seguir. Pero ellos y ellas no tienen árboles meciéndose al levantar la vista. No me imagino qué sentimiento les supondrá hacerlo, o si no lo harán, por no ver todo lo que les queda todavía, antes de llegar a casa, si no es que les toca doblar turno… Soy tan afortunada. Las montañas no se moverán de ahí. Es de las pocas cosas seguras ahora mismo. Ya podré disfrutarlas en otro momento. Por ahora abrazo mentalmente al árbol frente a mi ventana.
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