Día 53. (Desde que se declaró el Estado de Alarma). He...



Día 53. (Desde que se declaró el Estado de Alarma). He recuperado mis paseos en bici: Felicidad. Y para empezar con moderación… me he subido una de esas cuestas a las que temo tanto. Y he podido con ella (y mi chica mayor conmigo). Gracias Patry Jordan. He pasado de pertenecer al grupo de los medianamente desgraciados que viven confinados en un pequeño piso con varias personas, a ser una afortunada que sale dos horas al día (más lo que sea si toca compra). Es lo que tiene tener dos hijas que pertenecen a grupos de horarios diferentes. De algo me tenía que valer pasar por dos partos. La verdad es que tengo sentimientos encontrados con todo y todo el rato, pero la visión de las carreteras llenas de bicis y casi sin coches me ha emocionado muchísimo. Y llenas de gente, sí, pero gente buscando espacios para mantener su distancia, algo que no está facilitando el ayuntamiento cerrándonos paseos ajardinados sin sentido y no habilitando espacios para el paseo como se ha hecho en muchas otras provincias… Mucho mejor ir esquivando personas por la carretera. Le da emoción al tema. Es un entrenamiento para cuando llegue el apocalipsis zombi. Pero no me molesta la gente a la que tengo que esquivar. Me molesta la gente que se queja. Me he dado cuenta que es lo que peor llevo de todo esto. La gente que se queja de lo que hace el resto del mundo. Tengo las redes saturadas de quejas. Y soy consciente de que yo también me he quejado. Mi yo quejica también me ha saturado. Estoy cansada de la crítica constante y nada constructiva. Mil veces más que de la cuesta infernal. Me quedo con las sonrisas, con los reencuentros, con los abrazos de lejos, con las miradas, con los rostros disfrutando los rayos de sol, con la risa y correteo de los niños. Y con la gente que está disfrutando de todo esto de forma responsable. La inmensa mayoría. Quien quiera que ponga el foco (desenfocado) en lo feo y lo negativo. Gracias a eso ya nos lamentaremos todos, cuando nos recuerden que las leyes se imponen porque no sabemos cuidarnos solos. Hasta entonces, me quedo con lo bello. Me quedo con lo que veo, no con lo que dicen, cuentan, comentan.Me quedo en mi burbuja, eso sí, a pedales, si puede ser.
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