¡Feliz decepción! ¿Cómo? ¿No voy a felicitar la Navidad (que ya...



¡Feliz decepción! ¿Cómo? ¿No voy a felicitar la Navidad (que ya iría tarde) cómo hace todo el mundo? No. Pues menuda decepción. Otra para el saco de este año. Fue decepcionante no poder cumplir con nuestros planes de este año, fue decepcionante que esto no fuera simplemente una gripecita de 15 días, y es decepcionante que no hayamos podido pasar estas fiestas como queríamos. Y dentro de la decepción generalizada, están las pequeñas decepciones, como cuando esperas que la función que vas a ver cumpla con tus expectativas, y finalmente no lo haga ni de lejos (sí, hablo del MacBeth que asoma detrás en la foto), como cuando te tiñes el pelo de rojo y el resultado es un marrón raro lejos de lo que decía la caja (fue al día siguiente de esta foto, ya lo mostraré cuando asuma la decepción), como cuando has hecho unos planes y alguien los desbarata con un mensaje de texto lleno de pereza y falto de motivos, como cuando has puesto unas expectativas en alguien y te sorprende con un pequeño detalle o comentario que te demuestra que no había entendido nada y sientes que tu esfuerzo ha sido en vano, como cuando preparas una cena y el resultado no es el sabor que te esperabas, como cuando intentas arreglar algo y descubres que en realidad no se parece ni de lejos a como estaba antes de estropearse, como cuando esperas unas fechas en las que el mundo te ha convencido de que vas a llenar tu corazón de emociones alegres, pero cuando llegan tan solo oyes el eco del vacío que han dejado los que no lo están llenando porque no están, no pueden, o no quieren… Las opciones son infinitas. Pero estas pequeñas decepciones en un contexto de decepción generalizado disfrazado de luces de colores, parece que ¿duelen? más. Y puedes pasar de la decepción a la desidia. Y ya te da igual cada decepción: la cena, lo roto, la cita, el pelo, la función, esa persona… Y te dará igual que la gente esté decepciona porque no has escrito algo a tono con lo socialmente esperado para estas fechas. Entonces no recibirás los “me gusta” de la gente que suele hacerlo, y sentirás otra pequeña decepción. Y así termina mi reflexión, sin apunte positivo ni moraleja “buenrrollista”. Vaya decepción, ¿verdad? (en Teatro María Guerrero)
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