Ayer asistimos al estreno de “Tórtola” en las Naves...



Ayer asistimos al estreno de “Tórtola” en las Naves del Matadero, un magnífico texto sobre una mujer apasionante, Carmen Tórtola Valencia, y su vida en un momento inestable de nuestra historia. La puesta en escena es preciosa y el ritmo no te permite aburrirte ni despistarte un momento. Tenía todos los ingredientes para ser un grandísimo montaje, incluidos los momentos musicales (la vida debería ser un musical, como dice mi peque), pero personalmente creo que no están a la altura del espectáculo. Tal vez un pianista que acompañase a las actrices y evitase la música enlatada y tantos problemas técnicos (Cómo es posible que se nos cuelen las voces de las actrices entre cajas en un momento de tensión, que los micros se hagan interferencia unos con otros, o que los volúmenes estén tan descompensados….). Siempre se dice que de malos ensayos generales salen grandes estrenos. El ensayo técnico debió de salir fetén… Realmente una pena enorme, porque te sacaba del todo. Porque tú estas ahí, viviendo las frivolidades de una mujer que escondía tanto dentro, una mujer adelantada a su tiempo, que arrastra un gran equipaje que no cabe en las decenas de baúles que se acumulan en escena, llenos de recuerdos y vivencias que te hacen cuestionarte porqué no aparecen en los libros de historia. Los baúles llenos de experiencias maravillosas y terribles, que dormirán en un museo. Ojalá yo pueda dejar un montón de recuerdos y experiencias. La verdadera vida eterna. Y que sean así, iluminados por colores brillantes. Y que le sirvan a alguien. Tal vez como ejemplo de lo que no. Aunque mejor como inspiración de lo que sí. O mejor no: Salir sin equipaje, ligera de peso, haciendo mutis discretamente, con una gran reverencia final. Y caída de telón. Porque eso significaría haber vivido arrastrando poco peso contigo, moverte libremente, avanzar libre… Sí, creo que esa es mi opción. Pobre Tórtola, la ironía de una vida que fue poniéndole tanto peso, que acabó por dejar de volar, cuando ella había sido tan libre. La eternidad no compensa. Os deseo poco equipaje, volad libres, y que cuando hagáis mutis, podáis sonreír al público con una gran reverencia mientras caiga el telón. Oscuro. (en Matadero Madrid)
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