Me siento afortunada. Hay que saber apreciar los pequeños...



Me siento afortunada. Hay que saber apreciar los pequeños regalos. Hoy he tenido la suerte de asistir a un ensayo general de “Viejo amigo Cicerón”, un magnífico texto de Ernesto Caballero, dirigido por Mario Gas, con el gran Josep María Pou en escena, y dos jóvenes, actor y actriz, que están a la altura del combo que se presenta. Al ensayo ha venido mi hija mayor, que ha disfrutado tanto como yo, y que no me ha dejado hacer foto para ilustrar el momento, porque es más legal y responsable que su madre. Por eso he escogido esta foto, que en realidad pertenece a la entrada de La Casa Encendida. Y todo encaja. En la obra se nos narra la última parte de la historia de Cicerón, un interesante personaje que supo aprender de todas las fuentes que pudo, afines o no a su pensamiento, para luego combatir con la dialéctica todo lo que consideraba que hacía peligrar un estado de paz y confort para el pueblo romano. La forma original en la que se narran los acontecimientos, el ritmo, y los juegos de luces, hacen que disfrutes de la hora sin querer perder una palabra (la escenografía es tal vez la parte más desafortunada). Todas las reflexiones que nos regala son interesantes y apabullantemente actuales. Cicerón, siglo I a.C. Me quedo con esta: “No podemos cambiar el pasado, pero debemos prever el futuro.” Creo que más que nunca estamos viviendo en el futuro, dadas las circunstancias. No dejamos de proyectarnos en lo que será “cuando todo esto pase”. Y sin embargo, tengo la sensación de que estamos tan en el disfrute desesperado del ahora, que hemos perdido la perspectiva. El disfrute mal entendido. Nos olvidamos de que, como dice Cicerón, nuestros actos tienen consecuencias, nos acompañarán siempre, y nos definen. Como individuos, y como sociedad. Nos hemos convertido en un colectivo de individualidades, hemos perdido la perspectiva del bien futuro común. Cicerón se horrorizaría, creo yo. Por eso creo que más que nunca, necesitamos la cultura. Está claro que la sanidad prima ahora mismo, pero no podemos descuidar lo que nos alimenta el alma. Y ratos como hoy, sin duda, curan un poquito por dentro. Os animo a comprobarlo. Por un futuro mañana. Y porque la cultura es segura. (en Teatro La Latina)
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