Este fin de semana ha tocado sesión doble de teatro. Shock I y...



Este fin de semana ha tocado sesión doble de teatro. Shock I y II, de Andrés Lima. Maravilla de texto, maravilla de puesta en escena y maravilla de interpretación. Todo para mostrar una realidad terrible por la que hemos pasado, que seguimos viviendo, y de la que nos mantenemos totalmente ajenos. Después, para rematar, hemos vuelto a ver “La Doctrina del Shock” de Naomi Klein, de la que parte la idea de estos espectáculos. La verdad es que me ha mantenido con un nudo en el estómago constante, he tenido que apartar la mirada más de una vez, y he derramado bastantes lágrimas de frustración, rabia y pena. Ha sido intensa porque el tema lo requiere. Y luego me he levantado a aplaudir con todas mis fuerzas porque creo que hace mucha falta teatro así, comprometido, valiente, que ponga en el escaparate las cosas terribles que estamos obviando en esta sociedad que HEMOS creado. Porque también hay lágrimas de vergüenza por una complicidad remota con los hacedores de tan terribles eventos. Muchos de esos cerebros, por cierto, con premios Nobel (incluso de paz) en sus vitrinas. Pero a pesar del terror, me quedo con una maravillosa reflexión de una guerrillera kurda: la utopía se hace más necesaria que nunca, porque caminamos hacia ella, y aunque sea inalcanzable, es lo que nos hace caminar. Y Shock I y Shock II son parte del camino hacia esa utopía. Sigamos caminando. (en Teatro Valle-Inclán)
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